Madrid, 22 de abril de 2020.- La crisis del COVID-19 pone de manifiesto la importancia y la necesidad de la investigación científica y, sin embargo, los principales centros de investigación biomédica en nuestro país permanecen cerrados desde hace más de un mes.
El fin del confinamiento gradual y programado, para evitar potenciales contagios, requiere saber quién está infectado y quién no, especialmente entre la población asintomática (la gran mayoría), pues los asintomáticos pueden ser portadores del virus, y contagiarlo a otras personas sin saberlo.
En nuestros centros de investigación biomédica existen docenas de máquinas de PCR y personas expertas que saben hacer este tipo de tests y así poder determinar qué personas asintomáticas son o no son portadoras del Covid19.
El Ministerio de Sanidad ha designado ya a 13 laboratorios como referencia para realizar estas pruebas, pero su capacidad operativa es limitada y hasta el momento no han tenido ningún impacto en cuanto a la vuelta a la actividad investigadora de nuestra comunidad científica.
Ante esta situación, la Doctora Mónica López Barahona, Presidenta de la Fundación Jérôme Lejeune en España plantea unas cuestiones clave para la reflexión social y política: “¿Por qué pueden trabajar ya los obreros en la construcción, así como muchas actividades no estrictamente esenciales, pero investigadores científicos no pueden volver a los laboratorios? ¿Es que acaso la investigación biomédica no es una actividad esencial?”
Asimismo, López Barahona señala: “Aún no se ha transmitido a la comunidad científica ningún plan para que los investigadores puedan volver a sus centros de investigación de forma segura pero efectiva. Es como si se despreciara su experiencia, y su capacidad e interés de poder contribuir no solo a la solución de esta pandemia sino a seguir investigando en muchas otras enfermedades que a buen seguro seguirán con nosotros una vez que acabe la pandemia como son las enfermedades neurológicas o el cáncer, por mencionar solo algunas de ellas”.
Es esencial que los científicos puedan retomar su actividad investigadora para no agravar más la situación de la comunidad científica, tan maltratada durante la última década.